Sandro, la serie, por Luis Barros (SAE-EDA)
”Sandro, la serie” está basada en una biografía autorizada de Sandro y ficcionada por los autores y el mismo Adrián Caetano. El género de la serie es un melodrama musical con algo de película de autor, ya que está muy clara la visión que le quiso proponer el director. Si hay un recurso en el montaje son los clips con uso de su música y estética de la época y variedad del uso de planos y secuencias de la misma. Fue un montaje que tuvo mucha libertad, licencias y sobre todo muchas opciones para poder usar y darle espíritu al género.
La grabación de los capítulos empezó en orden cronológico, en continuidad según las ”épocas” que la serie relata. Esto se debió a que, para cada una de las etapas de la vida de Sandro, se contó con un protagonista diferente, y los tres sólo se cruzan en el último capítulo. Así es que se grabaron los primeros seis episodios con un actor, luego los intermedios con el segundo y por último los capítulos finales con el tercero. También, hubo algunas excepciones en las que no se respetó el orden lineal.
En la etapa intermedia del proceso hubo cambios de guión y en la construcción de los personajes. Así, se fue dando un trabajo de estructuración a partir de una mayoría de escenas ya editadas. Estuvo bueno analizar y rearmar cosas viendo cómo funcionaban de corrido. Proceso árduo pero lindo para los que nos gusta eso. Editamos en paralelo al rodaje con una diferencia de tres o cuatro días. Hubo muchas modificaciones, pero eso no afectó a nuestro proceso. Por lo general, las modificaciones y las escenas reemplazadas del guión por lo general eran claras. Muchas ideas surgen en la isla editando y proponiendo desde los armados al director. Sobre todo, en las propuestas de los clips musicales o en los momentos más oníricos de la serie. Se me viene a la cabeza cuando edité el entierro de Vicente, el padre de Sandro, en el que, sin saber qué había imaginado musicalmente Adrián para esa escena, usé el tema “Las manos”. Al ver el armado, Caetano me dice: “¿Sabés que había pensado en poner ese tema en esa escena? ¡Buenísimo!”. Pasó mucho eso de coincidir con Adrián casi sin hablar. Está bueno cuando pasa eso entre un editor y un director, hubo mucha confianza entre nosotros.
Con la clase y la calidad de actores que tuvo la serie, no hubo casi necesidad de construir desde la edición a los personajes . Casos como Luis Machín (Anderle) o Paula Ransenberg (la madre) o Jorge Suárez hacen ese trabajo en el set. Obviamente que uno los cuida y busca sus mejores tomas pero en esos casos ellos se lucen solos. A Agustín Sullivan al principio hubo que encontrarlo más desde la edición, en sus mejores tomas y privilegiando los momentos en los que con su mirada contara más que con las palabras. Pero al poco tiempo logró su propio vuelo y encajó perfecto en el tono y el registro del personaje.
Se trabajó con mucha música en la edición. Y tener casi toda la carrera musical de Sandro para poder usar no pasa todos los días.
Con Adrián Caetano a la cabeza del proyecto el proceso del montaje es un placer. Lo ama y es un lujo compartir esa pasión junto a él. Tiene mucho criterio y encima le gusta mucho que como editor le hagas propuestas. No pide, disfruta. O propone pruebas que no son clásicas, o de repente va a lo simple. Algo increíble que aprendí de él es a no “enamorarse” del material. Si una escena puede terminar en un punto alto de la misma, mejor. Y si le sobra, le sobra y chau. Me encanta esa actitud y más viniendo de un director.
La aprobación de los capítulos y los cortes tardaron en suceder porque fue un proceso largo pero de a poco se fueron cerrando. Estuvieron mucho tiempo abiertos y siendo modificados. Pero todo fluyó muy bien, con ciertas crisis en la mitad del trabajo como siempre, que luego se resolvieron. Armé un gran equipo, primero junto a Anabela Lattanzio (EDA) y luego con Felipe Lima. Junto a todo el gran equipo de Postproducción de Nonstop comandado por Pablo Margiotta.
Al comienzo editábamos a la par, Ana algunas escenas, yo otras. Le di tiempo a Ana, que no había laburado con Adrián, para que lo conociera y viera cómo labura. Y, mucho más adelante, yo me concentré en la estructura y en los armados de capítulos mientras ella y luego Felipe avanzaban con escenas de otros capítulos. Un gran trabajo en equipo, indispensable para un proyecto de esta magnitud.
Fue un placer encontrar pares con las misma pasión y grandes editores. Me sentí cómodo, lleno de confianza y con la tranquilidad de que cada uno aportó lo suyo en cada escena.Volver a trabajar con Adrián Caetano y en este hermoso proyecto fue lo más. Él es una gran persona, artista y director. Sentí que el tiempo no había pasado. Estábamos intactos, en la conexión, la sensibilidad, en la creación y en nuestra pasión futbolera. Al fin y al cabo, de ésto se trata: de la pasión por lo que uno ama hacer.
Luis Barros