El jardín de Bronce, por Alejandro Alem (SAE) / Parte I
HBO no rodaba una serie con Polka en nuestro país desde hacía muchos años, cuando hicimos las dos temporadas de "Epitafios" (2004-2009), y esto me generó mucha energía en la concentración para encarar el proyecto. Además, nunca había trabajado con los directores Hernán Goldfrid y Pablo Fendrik, destacados realizadores. Los guiones de "El Jardín de Bronce" eran muy buenos, una excelente adaptación que respetaba el clima y el ritmo de la novela original. Tuvieron mucho tiempo de trabajo con diferentes niveles de aprobación, lo que determinó la indicación de los productores de no apartarnos de ellos y armar, desde el montaje, una pieza de relojería en la que todo debía funcionar como había sido planificado. Edité los primeros tres y los últimos dos capítulos de un total de ocho, todos dirigidos por Hernán, un director incansable, muy obsesivo y perfeccionista en las distintas etapas de realización. Contaba con muchísimo material rodado y múltiples opciones para editar, que probamos todo lo que el tiempo destinado a la post nos permitió.
El primer armado lo hice en solitario, a la par del rodaje, y cuando Hernán terminó de grabar los primeros tres capítulos recién pudo venir a la isla a trabajar. En paralelo, Fendrik filmaba sus episodios y Ale Parysow arrancaba a editarlos.
No fue fácil construir una confianza mutua con el director, generamos muchos chispazos incómodos al principio que por suerte pudimos superar y empezar a entendernos perfectamente en cómo debíamos editar la serie. Creo que fue un proceso de enriquecimiento mutuo en el que terminamos disfrutando el trabajo y logrando una relación profesional y humana de primera. Debimos atravesar no pocas tensiones por el sistema de aprobación, que establecía que el corte final era de HBO. Así, la edición era materia de opinión de mucha gente, en una estructura piramidal que por suerte fue muy respetuosa con nuestro trabajo e incluso varias veces hizo aportes valiosos al producto. En otras ocasiones, sentimos que era mejor el montaje que habíamos presentado inicialmente. En algunas oportunidades logré la aprobación de escenas cuestionadas volviendo al primer armado hecho en solitario, a la primera mirada que había tenido sobre el material.
La serie tenía escenas muy largas, con muchos personajes y bastantes dificultades a superar, que creo que son las que más me gustan cómo quedaron. Jugamos mucho en la edición siguiendo obsesivamente el rostro del protagonista, Joaquín Furriel (me encantó su laburo), dejando en off a otros personajes. También tuvimos que cuidarnos de no develar anticipadamente ninguno de los misterios por el uso de algún plano que revelara más de lo deseado.
En toda la edición participó nuestro Productor Ejecutivo local, Diego Andrasnik, con el cual trabajo desde hace años y nos entendemos rápidamente. Con él también atravesamos todo el sistema de aprobación.
Trabajé muy cerca de los muchachos de Tres Sonido, que hicieron un laburo impecable en la edición y mezcla.
Tuve dos alegrías. Una, sentirme muy cómodo y mimado por los amigos de Cinecolor al volver a trabajar después de muchos años a la que había sido mi casa. Y la otra: que mi hija Rocío haya sido la asistente de edición del proyecto.
Cuando vi la serie terminada en la tele, ya con un poco de distancia, la disfruté, me gustó y me sentí orgulloso de haber sido parte del equipo de "El Jardín de Bronce".
Alejandro Alem