Bepo, por Alberto Ponce (SAE)
“Bepo” es una película un poco extraña tanto en su forma de producción como en su estilo narrativo. Marcelo Gálvez, el director –con quien nos conocimos dando un taller en Rosario y nos hicimos muy amigos– siempre ha preferido un diseño de producción alternativo y por fuera del INCAA. Así fue como con un grupo de amigos cineastas, actores, y alumnos de la Licenciatura en Cine y Video de la Universidad de La Plata, encararon la proeza de hacer una especie de “road movie de época” para retratar la vida de un famoso linyera de principios del siglo pasado: Bepo Ghezzi.
Durante más de dos años, los fines de semana fueron los momentos para filmar esta patriada del cine independiente. Una vez terminada esa etapa Marcelo hizo un armado con lo que a él le interesaba, y es entonces cuando entro yo.A partir de ese Primer Armado, nos encontrábamos los sábados (dado que yo estaba haciendo otra película durante la semana) para darle vida a este relato con poco de acción de dramática pero con situaciones cautivantes –muy típico del road movie clásico– que mantenían la atención en forma constante.
El trabajo fue muy relajado y sobre todo enfocado en buscar alternativas para narrar lo mismo pero con más claridad y ritmo, ya que al ser una película donde casi no hay diálogos el peligro de los tiempos muertos estaba siempre acechando.
Volvimos a poner escenas eliminadas, se hicieron unos pocos planos de retomas e intentamos darle a la película una sonoridad que funcionara como parte del relato. La única discrepancia la tuvimos con respecto a la música: yo prefería algo más de música de ritmos argentinos en guitarra clásica y él primero aceptó, pero luego en la mezcla las terminó quitando por lo que, para mí, algunas escenas hubieran necesitado un ajuste en los cortes ante la falta de esas músicas. Nada a lo que los editores no estemos acostumbrados…“Bepo” es una película en la que la naturaleza, el canto de los pájaros, la soledad, la amistad y la necesidad de escapar de un sistema injusto del que tanto hablaban los anarquistas de principios del siglo pasado, dejan de ser un tema sobre el cual reflexionar y se convierten en personajes partícipes de la trama. Estos personajes como Bepo que un día se lanzaron a caminar por las vías del ferrocarril y que construyeron su imaginario de libertad y fraternidad bajo el nombre de “linyeras, linyes o crotos”.
Esta es una película distinta, donde lo sensorial está a la par de lo narrativo y quizás por eso vale la pena ser vista.
Alberto Ponce