Nueva Mente, por Germán Cantore (SAE)
"Nueva Mente" es uno de los proyectos más gratificantes en los que he participado, al mismo tiempo que tuvo uno de los procesos de montaje más particulares en los que haya trabajado. Decir que durante ese proceso, junto al mismo director, empezamos y terminamos el montaje de otra película, o que en ese lapso ambos fuimos padres, puede dar una idea de los extensos dos años y meses que pasaron desde que cortamos la primera escena hasta que cerramos el armado final.
La idea central de la película siempre fue la misma: plantearnos, a nosotros ciudadanos, el problema de los residuos, con el reciclado como un camino de solución posible y una fuente laboral para miles de personas. Aunque el recorrido no fue tan llano: originalmente toda la investigación (realizada por Ulises de la Orden y Mariano Starosta) se llevó a cabo en NuevaMente, una cooperativa de recicladores urbanos ubicada en Morón (de allí surge el nombre del documental). Pero poco tiempo antes de comenzar el rodaje, el cambio de signo político a nivel nacional, provincial y municipal de 2015, que disminuyó sustancialmente el apoyo estatal que recibía la cooperativa, junto a un misterioso incendio que destruyó por completo la planta en la que trabajaban, comenzaron a transformar la sustancia de la película.
Pese a todo el rodaje comenzó, registrando lentamente los trabajos en un pequeño espacio en donde la cooperativa intentaba volver a funcionar, con muchos menos trabajadores y capacidad de acopio, y con muchas dificultades económicas. A lo largo de seis o siete jornadas, dispersas en algunos meses, se rodaron unas treinta horas de material bruto, además de algunas escenas con integrantes de una asociación civil que le daba soporte técnico a la labor de reciclado. La nueva forma que aún debía encontrar el documental, después de tantos cambios desde la idea original, produjo que la edición inicial fuera bastante provisional, intentando extraer todo lo rico que hubiese dentro del material, pero sin tomar decisiones definitivas, sino seleccionando, organizando y dejando muy abiertas aún todas las posibilidades de construcción de esas situaciones registradas.
Finalmente, ninguna de esas treinta horas de material iniciales se usaron en el documental terminado: desde el municipio de Morón surgieron varias trabas para continuar con el rodaje (que anteriormente había sido declarado de interés por el Consejo Deliberante) y determinaron un cambio rotundo para la película, cuya existencia en esos momentos parecía comenzar a naufragar. Fue en ese momento donde aparecieron Pancho Suárez, antropólogo e historiador de la basura, y la cooperativa Bella flor, una organización potente y combativa ubicada dentro del predio de Ceamse en José León Suárez, con quienes el proyecto resurgió con mucha mayor intensidad, a partir de las reflexiones punzantes de Pancho sobre el tema, y de las profundas historias de vida y superación que nos trajeron los integrantes de Bella Flor.
Cuando retomamos la edición del proyecto, Ulises ya había filmado algunas jornadas de trabajo en el galpón de esta nueva cooperativa; más una entrevista muy interesante a Pancho recorriendo el Ceamse; varias entrevistas a referentes de Bella Flor; y unos talleres que algunos egresados de la UBA coordinados por Pancho estuvieron realizando con los trabajadores. Con ese material, que calculo que no excedía en mucho las diez horas de registro, comenzamos otra vez -prácticamente de cero- el montaje de la historia, buscando los núcleos que estos nuevos relatos desarrollaban y agrupando sentido, hasta llegar a construir alrededor de una hora y monedas de armado. En ese punto, re-evaluamos, y a partir de las carencias temáticas que sentíamos, Ulises rodó nuevas entrevistas con Pancho Suárez y otros personajes de Bella Flor, que aparecieron en la historia en función de la información y los caminos que proponía explorar el propio material, pero en este caso filmando prácticamente "a demanda", yendo a buscar cosas muy puntuales y precisas, sumando otras cinco o seis horas de material.
Así, la película siguió creciendo y acercándose a su forma final, en un proceso de "engorde y adelgazamiento" que pocas veces viví en otros proyectos: de unos 70 minutos iniciales el armado aumentó a más de 90, para luego volver a estar debajo de los 70 y volver a aumentar, hasta terminar en los casi 80 que dura la película definitiva. En ese mismo transcurso, fuimos "vistiéndola" e incorporando todo un relato visual que en los primeros armados no existía, ya que nos concentrábamos más que nada en el discurso de las entrevistas. Aquí también conseguimos un material muy impactante y de gran calidad filmado en "la montaña" del Ceamse (donde a Ulises no le habían permitido filmar), que terminó de ayudarnos a que la película tuviera la fuerza visual que buscábamos. Y en todo este proceso, como señalaba anteriormente, fue desapareciendo el poco material que habíamos incorporado al armado proveniente del rodaje inicial con la cooperativa NuevaMente: primero quitamos una escena, después otra, hasta no quedar ninguna, ya que no tenía sentido incluir personajes que luego no había posibilidad de desarrollar. Todos estos cambios generaron que la película, si bien mantiene el espíritu de lo que desde el inicio se quería contar, sea bastante diferente del proyecto original. A partir de ello y de la generosidad de Ulises, es que aparece mi nombre entre los créditos del guión.
Como decía al principio, creo que la potencia de "Nueva Mente" radica en la mirada que tiene sobre un tema tan cotidiano como es la basura, esa bolsa que todos y todas tiramos todos los días en el contenedor de la vereda, para después olvidarnos de la cuestión. Esta película viene a traer conciencia de todo lo que hay detrás y después, y de la importancia de empezar a reflexionar sobre la cuestión, antes de que nos tape la basura.
Germán Cantore