Los 120: la Brigada del Café, por Ernesto Felder (SAE)
La película cuenta el regreso a Nicaragua en 2015 de cuatro de los 120 brigadistas argentinos que en 1985 estuvieron allí trabajando en la cosecha del café —la principal actividad económica de Nicaragua en aquel tiempo— para colaborar con la revolución, ya que los jóvenes nicaragüenses estaban absorbidos en el combate enfrentando a los contras —la contrarrevolución financiada desde EEUU—. Es, claramente, un documental político, pero también un relato entretenido y emocionante, aún para quienes desconocen el tema.
Mi amigo Fernando Vega me llamó para continuar con el armado qué él había comenzado y que, por compromisos laborales previos, no podía seguir.
Cuando la Brigada del café viajó, yo tenía 11 años y recuerdo que ahí supe de su existencia. Mis padres solían hablar de la revolución nicaragüense con simpatía e ilusión y en el radiograbador de mi hermana sonaba frecuentemente "Canción urgente para Nicaragua", de Silvio Rodríguez. La revolución nicaragüense es, por lo tanto, algo que siempre me resultó cercano. Y así tuve la posibilidad de colaborar, una vez más, en un proyecto relacionado con mi propia historia. Esas cosas mágicas que tiene nuestro oficio.
El trabajo con la directora María Laura Vazquez fue muy intenso y divertido. Ella es una persona muy abierta, inteligente, locuaz y, por sobre todo, compropmetida.
Trabajamos mucho en busca de un equilibrio entre lo didáctico —o el mero suministro de información— y lo emocional, siendo ambos elementos tan opuestos como necesarios. Pero el problema más importante con el que tuvimos que lidiar durante el proceso de edición fue que la coyuntura sociopolítica en nuestro país —y en toda la región— era muy diferente en el momento en que se filmó el grueso del material (2015) de la de cuando fue editada (2017). Eso implicó muchos cambios en la forma y el contenido respecto al proyecto original. La nueva situación, sin embargo, nos proporcionó algo que resultó vital para la película: el antagonismo trasladado al hoy, en lugar de estar anclado treinta años atrás. María Laura filmó algunas escenas nuevas de la vida actual de los protagonistas, que resultaron fundamentales para contar cómo, a partir de una experiencia fundante —su viaje a la cosecha del café en 1985—, encontraron el lado de la vida desde el cual posicionarse y resistir frente a una realidad adversa.
Recuerdo que sentí cierta desazón trabajando en una documental sobre la solidaridad entre los pueblos mientras, en el aquí y ahora, todo lo relacionado con la solidaridad parecía derrumbarse. Pero nos propusimos evitar el relato nostálgico o referido al dolor por el sueño que no fue, y ligarlo al optimismo y a la continuidad de la lucha.
Hoy, a poco de haberse estrenado, no me cabe duda de la vigencia y necesidad de esta película.
Ernesto Felder