La helada negra, por Anita Remón (SAE)
LA FE: en el proceso de creación de una película hay muchísimos actos de Fe, en el montaje también ocurre: fe del director en el montajista y viceversa; fe en la historia que vamos a contar; fe en el material que al principio se acumula ante nosotros sin una estructura definitiva o exacta.
Habiendo trabajado en muchos de los proyectos anteriores de Maxi Schonfeld (“Germania”, “El lobo”, “Auster”), a la hora de sentarme a editar “La helada negra” no tenía dudas de mi Fe en el proyecto, no sólo porque estos años de trabajar juntos nos dieron una gran complicidad estética y creativa, sino también porque durante el tiempo en que él gestó esta película me fue mostrando referencias, versiones previas del guión, fotos, búsquedas; incluso montamos un teaser filmado mucho antes del rodaje con escenas que finalmente no quedaron. En definitiva, empaparme de ese mundo y de esa historia antes del montaje, hizo que al empezar a editar (que fue durante las dos últimas semanas de filmación) me sintiera completamente inmersa en aquel universo y muy cómoda con el material.LO SAGRADO: trabajamos el material dejando que emerja la película, respetando los ritmos y los tiempos de personajes tan particulares: lugareños que tienen sus silencios, sus gestos, sus risas; dándole espacio a los climas que construían sin subrayar ni apresurar. Dejando que la extrañeza de esos climas por momentos se apoderara de la trama.
También la presencia de Ailín Salas –única actriz profesional de la película– implicaba un carácter doblemente foráneo: en la ficción, su personaje irrumpe en la granja de tres hermanos; en lo real, la actriz interactúa con no actores. Dejamos que todo eso, que estaba delicadamente impreso en el material, tome dimensión en el montaje.El MILAGRO: en las primeras 8 semanas de trabajo (tiempo total que teníamos para editar la película) llegamos a un corte que con el pasar de los días, comenzó a verse no tan sólido. Ahí apareció la posibilidad de refilmar: pudimos pensar qué escenas queríamos incluir en la historia, enfocándonos principalmente sobre el punto de vista.
Anita Remón
Con las atinadas escenas nuevas que se filmaron y el milagro de la claridad que da descansar de un armado, llegamos entonces a la bellísima Helada Negra. En esta etapa terminamos de encontrar la estructura de la película, que apareció gracias al trabajo del punto de vista y de los fundidos que compusimos con fotografías de Vera Somlo (quien vino a la isla y participó de la composición de los mismos, en un riquísimo trabajo interdisciplinario que incluyó también a la DF Soledad Rodríguez), generando una idea de fábula que parecía nueva pero que en verdad –pude ver con claridad un tiempo después– estaba presente en la gestación inicial del proyecto.