Encerrados, por Gustavo Macri (SAE)
"Encerrados" fue uno de los trabajos mas atípicos y a la vez gratificantes que he tenido la suerte de editar. Es, en todo el sentido de la palabra, un unitario, más que una serie. Los capítulos tienen un denominador común, el encierro en sus diferentes variantes: físico, geográfico, espiritual, emocional, etc… Nada más. Después, la temática y género de cada uno es totalmente individual, y esto hace que cada capitulo sea único.
La serie se grabó más de un año antes de que tomara contacto con el material. Ya había algunos capítulos terminados y en etapa de online, algunos con una pre-edición mȧs avanzada que otros, y uno sin editar. Los que ya estaban terminados me daban pistas sobre la serie, pero sólo eso. Tenía que ver con qué me encontraba en cada historia, entender cada universo y ver qué le podía aportar a cada narración. Todo el trabajo de edición anterior lo hizo impecablemente Rolando Rauwolf, a quien lamentablemente no conozco, así que mi único punto de referencia era el material mismo y mis charlas con Benjamín Ávila.
Con Benjamín, director, productor y co-guionista, nos conocemos desde que ambos estudiábamos la Carrera de Imagen y Sonido de la UBA en el año …. Bué, hace muchos años, lo que hizo que nuestro reencuentro y el trabajo posterior tuviera la mecánica de dos viejos conocidos con muchos cosas en común. Cuando le pregunté a Benja qué esperaba de mi trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que ya había capítulos armados por otro editor, me contestó: “Agarrá cada capitulo y proponé cosas, jugá, dales forma, hacelos tuyos“. Glup.
Y así empezamos.
Cada capítulo me permitió poder explorar diferentes variantes de género, tono y ritmo. Algunos tienen un toque de comedia, otros de humor negro, suspenso, drama, terror psicológico y experimentación. Todo en el mismo proyecto.
La organización del trabajo fue tan fluida como el trabajo en sí, así que sólo tenía que dedicarme a una sola cosa: editar. Trabajaba desde mi casa, y con Benja hablaba por teléfono o vía mail, le mandaba prearmados de algunas escenas y en algunos casos le mandaba el proyecto, él resincronizaba con su disco y me proponía cambios a mí.
Una vez por semana o cada diez días nos juntábamos a trabajar. Aquí hago un paréntesis y debo contar que, aparte de todo, Benjamín también es editor con uso muy fluido de Final Cut Pro y AVID. Lo que a primera vista puede parecer no tan conveniente fue determinante a la hora de entablar un verdadero proceso creativo en conjunto. Era común que nos turnáramos en el uso del FCP, porque a veces nos era más rápido y fácil armar algo en el timeline que explicarlo con palabras que no fueran “sacále cinco cuadros”. Creo que todos sentimos una especie de incomodidad si estamos en una isla y alguien más opera, algo así como el “síndrome del asiento del acompañante”. Podemos estar en silencio, pero por dentro pensamos cosas como "¡Por dios, usá los atajos del teclado!” o “No, en el menú fíjate…. no…. más abajo…. ¡¡en el MENU!!”. Por suerte esas cosas no pasaron, y cuando estaba en el otro lado del mostrador sólo me limitaba a mirar, opinar, pensar variantes sobre las escenas y cebar mate. Sobre esa base, los dos trabajamos y aportamos cosas al proyecto.
Así, el trabajo con este unitario fue fluido, aunque a la vez apretado de timing, de muchas horas de edición diarias y muy exigente. En algunos capítulos me limité a limar aristas, ponerlos en tiempo y darles un poco más de ritmo; en otros hubo que trabajar la estructura y las actuaciones, pero siempre lo hice tratando respetar el trabajo de edición ya realizado.
Todo esto me dio la posibilidad de explorar, probar cosas nuevas, aprender, hacer de la edición algo lúdico, trabajar con gente que admiro, y de volver a editar una ficción.
Es que, al fin de cuentas, el trabajo de edición de "Encerrados", a contramano de su título, fue de una gran libertad.
Gustavo Macri