Casi Leyendas, por Alberto Ponce (SAE)
Volver a trabajar con un amigo es siempre reconfortante. Más si la persona en cuestión tiene un sentido del ritmo y de la comedia absolutamente únicos. Gabriel Nesci es un especialista en el ritmo, en el texto y en el ritmo del texto. Eso hace que el trabajo sea tan minucioso como gratificante. A veces pasábamos horas buscando opciones a una toma para ver si podíamos abreviar una pausa que nos parecía “eterna” en sus prolongadísimos ¡5 cuadros!
En cuanto a la parte narrativa, no hubo muchos cambios. Apenas quedaron fuera de la película dos o tres escenas breves, pero sí se cortaron fragmentos internos de muchas de ellas (por no decir de casi todas…). En la escena del recital final, por problemas típicos de rodaje, faltaron algunos planos y tuvimos que ingeniárnosla inventando miradas y reencuadrando planos. Sin embargo, lo verdaderamente difícil de ajustar fue el Primer Acto.
Cuando terminamos de ver el primer corte juntos, veo mi cuaderno de notas y sólo tengo escrita una frase: “Largo el Primer Acto”. Como sucede siempre, las impresiones y problemas que se tienen en ese primer visionaje de la película son los que nos van a acompañar hasta el final.
Trabajamos ese Primer Acto hasta el último día de montaje. Antes de comenzar, yo pensaba que lo más difícil iban a ser las escenas musicales debido a los playbacks, las dos cámaras, la cantidad de material, etc. Sin embargo, resolvimos esas escenas relativamente rápido.
Lo complicado fue encontrar el equilibrio entre presentación de personajes, información, ritmo e interés. Esa “alquimia monstruosa” nos desveló incluso hasta semanas después de haber entregado el Corte Final.
Afortunadamente, el tiempo se encargó de atenuar nuestras dudas, y verla hoy es sentir el placer de disfrutar una película como si uno no hubiera trabajado en ella. Verla simplemente por ese placer subjetivo, esa alegría que uno siente como espectador cuando va al cine y se entretiene sin que lo traten como tonto. Verla y salir del cine con una sonrisa diciendo: “Qué linda película”.
Alberto Ponce