Alejandro del Prado, el eslabón perdido, por Camila Menéndez y Guillermina Chiariglione (EDA)
CAMILA MENÉNDEZ: Este documental cuenta la historia de vida de Alejandro del Prado, músico y compositor argentino. El título del documental, “El eslabón perdido” hace referencia a una idea de partida que tenían los directores, Marcelo Schapces y Mariano del Mazo, de que Alejandro había sido un “músico maldito”, alguien que había tenido el talento y todas las oportunidades de haber conseguido un éxito masivo, y que varias veces en su carrera había estado a punto de conseguirlo, pero que por alguna razón siempre permanecía inexpugnable. Ésta razón no era transparente si no al contrario, motivo de desazón y especulaciones por parte de sus familiares y amigos íntimos. Fue en la base de estas hipótesis que empecé a escuchar todas las entrevistas, a seleccionar el material y dar forma a la película.
A partir de un boceto de estructura, que partía desde un orden cronológico para después ramificarse abordando estos conceptos, fuimos probando y encontrando, junto con los directores, los momentos musicales y documentales oportunos para cada etapa. Ellos tenían un conocimiento profundo de la obra de Alejandro, y para mí fue un descubrimiento feliz.
Antes de empezar el montaje, yo ya tenía planeado un viaje largo, y si bien cuando llegó la fecha del viaje la película tenía una forma próxima a la definitiva, estuvimos de acuerdo en que faltaba un trabajo meticuloso para cerrarla. Y entonces se me ocurrió que Guille Chiariglione podía ser la persona indicada para eso.
GUILLERMINA CHIARIGLIONE: Cuando me convoca Cami Menéndez, y me presenta la temática del documental, no tenía idea de quién era Alejandro del Prado. Nos juntamos en su casa para ver el primer corte y hacer el traspaso del material y recuerdo haberme sentido muy agradecida de tener la oportunidad de conocer a este músico desde lo que amo: la edición. Escuchaba una y otra vez sus canciones, sus relatos, los relatos de sus familiares y colegas, todo estaba empapado de una sensibilidad y un humor en el que quedé atrapada enseguida.
Entré con una primera estructura dramática bastante sólida, que quedó como una gran base, y a raíz de eso se fueron reacomodando varios personajes con una nueva propuesta: que sólo aparecieran en el momento en el que formaron parte de la vida de Alejandro. Una vez establecido este criterio, todo fluyó mucho más orgánicamente y las pequeñas cosas discordantes encontraron su hueco, ya sea en otra parte de la línea de tiempo o fuera de la película.
Me acuerdo que uno de los más grandes desafíos fue editar sin saber el final; si bien ya estaban hechas todas las entrevistas, se contemplaban posibles finales alternativos que siempre dejaban muchas cuestiones libradas al azar. Junto con Marcelo y Mariano empezamos a pensar varias ideas, y recuerdo que una me había encantado: grabar el recorrido de la hija y el hermano llegando a lo de Alejandro para cerrar con ellos tres tocando el tema “Yo vengo de otro siglo”. Pero lamentablemente por cuestiones varias esa idea nunca llegó a ver luz. Las últimas jornadas se extendieron tanto que Cami ya había vuelto de viaje, y ahí armamos un nuevo traspaso de cierre.
CAMILA MENÉNDEZ: Cuando retomé el trabajo, vimos el armado con Guille y consideré que realmente la película había avanzado en una dirección muy concreta. A partir de eso llegamos a la conclusión junto con los directores de que era imprescindible incluir material de archivo. Este material era muy difícil de conseguir, por diversos motivos, pero cuando finalmente se logró, enriqueció mucho la historia y cerró la forma definitiva del documental.Hicimos un último visionado entre los cuatro (para esta altura Guille y yo ya éramos un equipo de trabajo), de donde surgieron los últimos ajustes, que los directores escucharon y aceptaron. Pienso que en este caso, el trabajo en conjunto potenció mucho las posibilidades del montaje y en definitiva enriqueció la película.
Camila Menéndez y Guillermina Chiariglione (EDA)