Adobe Premiere Pro
Bruno Fauceglia
Es fundamental poner en crisis las herramientas que utilizamos con el fin de profundizar la búsqueda de medios cada vez más precisos. Las crisis en este sentido son positivas porque nos proponen desafíos que nos quitan del lugar de la comodidad y nos permiten comprender lo que es realmente importante.
Pablo Barbieri
Lo recuerdo muy presente: ya pasaron más de tres años desde que Apple anunció el lanzamiento de su nuevo editor no lineal Final Cut Pro X, poniendo en controversia la posibilidad de continuidad de trabajo profesional sobre su propia y popular herramienta, y afectando a una torta importante del mercado audiovisual que todavía hoy no define hacia qué software debe migrar. En un primer vistazo el FCPX me resultaba emocionante, sorprendente. No fue hasta bastante después que comencé a descubrir la falta de algunos elementos esenciales. Fue quizás un acto de ingenuidad, o falta de astucia, pero en aquel momento no percibí las carencias de desarrollo de ciertas herramientas cotidianas, si bien luego algunas fueron rectificadas. Pero allí estaba durante su lanzamiento, ensimismado en mis fantasías, deleitándome con las nuevas herramientas de automatización y metadata. Apenas unas semanas después comenzaron a llover las críticas, las quejas, los reclamos. La nueva plataforma, que se presentaba como sucesora de sí misma, no estaba siendo aceptada por sus usuarios y las recomendaciones de no implementarla eran unánimes.
Pasaron los años y la gran mayoría, incrédulos o expectantes, optamos por seguir trabajando con nuestro viejo Final Cut Pro 7.0.3 hasta que la industria se organizara a sí misma. Pero pasó el tiempo, el mercado no se alineó y la actualización de componentes técnicos a nivel software y hardware debilitaron la herramienta. FCP7 se volvió carente, limitado e inestable con los nuevos sistemas operativos y actualizaciones de firmware de algunas cámaras. Ya sea por el potencial de recursos al que hoy tenemos acceso o por cuestiones de incompatibilidad, este 2014 debiera ser el último año de uso para FCP7. Para ello, debemos encontrar un programa de edición no lineal que supla y satisfaga con sus funciones de edición tradicional y de igual manera con las funciones tangentes que un programa repleto de herramientas debiera tener en su máximo aprovechamiento.
Al día de la fecha (1), hay al menos tres propuestas fuertes de elección en el mercado argentino: Apple Final Cut Pro X, Avid Media Composer 7 y Adobe Creative Cloud Premiere Pro. Después, entre distintas alternativas, se encuentran Lightworks de EditShare y Edius de GrassValley, de los cuales no haré ninguna mención.
Adobe Premiere Pro CC2014
Adobe es una compañía que me acompañó desde mis orígenes profesionales. Premiere fue, de hecho, el primer software con el que tuve mis primeros acercamientos a la edición. Quizás por ello siempre tuve una especial estima y confianza por esta empresa.
Recientemente decidí participar de un programa de capacitación profesional para aprender de lleno todas las nuevas posibilidades que ofrece, y así conocer el modo de trabajo oficial de Adobe, sin pretender, irresponsablemente, moldear el programa a mis vicios personales. En dicha experiencia me encontré con un programa desproporcionado. Conviven en él características extremas, positivas y negativas, de calidad y operatividad muy llamativas.
Actualmente, Premiere posee una estructura de programación muy avanzada que ha logrado resolver la problemática del software como limitante. De este modo, el hardware implicado es el eventual responsable de limitar o no, por ejemplo, el trabajo de edición en el formato nativo de cámara. Esto lo ha logrado principalmente a través del uso optimizado del multithreading, el GPU, la re-escritura del programa a 64 bits y de la arquitectura de un media caché mucho más rápido y liviano.
A su vez, Premiere está perfectamente integrado con toda la suite de programas de postproducción (After Effects, Encoder, Photoshop, Audition, Speedgrade, Prelude, etc.) y funciona como una suerte de hub o módulo central de gestión e intercambio de proyectos muy interesante. Ésta, sin ningún lugar a dudas, es su característica principal y la que lo constituye como un prototipo de los futuros esquemas de postproducción integrada. El desarrollo de interfaces interconectadas a través del dynamic link y el direct link hace del Premiere el corazón central del sistema modular que compone la suite. Desgraciadamente, esto ha desatendido la compatibilidad con los archivos de intercambio tradicional, sea el XML (eXtensible Markup Language) o el AAF (Advanced Authoring Format) de la AMWA (Advanced Media Workflow Association). Algunas de las funciones del programa no son trasladables completamente de uno a otro programa. Cuando esto sucede, se resuelve con la implementación de filtros de efecto automáticos que quedan aplicados en el módulo original donde fueron generados para luego utilizarse como salida final. Es decir que, por ejemplo, entre edición y color habría que volver al programa de edición para exportar la secuencia por Media Encoder. El problema es que una gran parte de estos filtros de efecto no están optimizados más allá de los 8 bits, deteriorando así la calidad de la imagen sin importar la configuración de salida final, al menos de aquellos planos.
Otro de los desarrollos destacables de la empresa son los sistemas de reproducción propietario Mercury Playback Engine y Mercury Transmit Engine. Éstos permiten respectivamente la optimización de recursos para la reproducción a través del uso del GPU y la salida de video simultánea y sincrónica entre sí, cualquiera fuera la combinación y cantidad de salidas activas, tanto a través de placas externas o conectores de video tradicional combinados.
Interfaz
Quizás, algo importante para aquellos que inician su migración a Premiere es que, si bien pueden modificarse por completo, no posee un teclado virtual para visualizar y acomodar los shortcuts, por lo que la migración puede resultar algo dificultosa al comienzo.
Otra diferencia con respecto al FCP7 es la función de texto simple. No es posible crear y replicar el mismo archivo de texto para modificarlo, ya que al modificar uno, se modifican todos, algo que es muy común de hacer en primeras versiones de subtítulos. Por suerte, Adobe actualmente cuenta con una herramienta de generación y administración de subtitulado close caption y una en desarrollo de open caption que promete resolver este dilema (2).
Por otro lado, Adobe Premiere tiene una gran herramienta, sobre todo para los editores de televisión, que es la posibilidad de corregir el texto escrito en un layer animado dentro de una composición de After Effects sin necesidad de salir del programa ni de modificar el archivo original. Por ejemplo, se puede hacer una única versión de zócalos y luego en Premiere asignar el nombre correcto para cada momento.
Otra herramienta muy interesante que posee el programa (en desarrollo en castellano) es el reconocimiento de voces y audio para desgrabaciones y su posterior aplicación sincrónica como metadata en forma de texto. Por cierto, la metadata administrada por Adobe (XMP) es compatible en toda la suite y se almacena junto al archivo (en vez de en el programa de manera aislada), por lo cual, la catalogación y organización en paralelo que esto permite podría ser un elixir que reviva a la figura del asistente de edición en la industria argentina.
Media management
Curiosamente, lo que más me interesó de la suite fue Prelude, su aplicación de media management. Útil y práctico, posee un evidente potencial de aplicación masiva. Utilizado responsablemente puede convertirse en el aliado principal entre el asistente de edición y el data manager. Entre sus ventajas, permite la visualización, ingesta, carga de metadata, multicopiado y transcodificación de una enorme cantidad de formatos de archivos. Las desventajas son menores: al realizar copias a distintos dispositivos las hace de manera simultánea (en vez de hacerlo en cola) por lo que de interrumpirse la copia todas quedarían incompletas. Sólo realiza el checksum en el primero de los destinos, mientras el resto se suceden sin comprobación técnica. En la misma línea, permite la transcodificación de material seleccionando un in-out eliminando la paridad offline-online (ya que la reconexión se restringe a la duración del clip) atentando contra la estabilidad de un workflow abierto. Nota: Adobe no permite convertir material a MXFOp-Atom (para Avid), MXFOp-1A exclusivamente (3).
Retomo la siguiente palabra: transcodificación. Si bien Premiere augura y se precia de ser un programa de ingesta nativa con compatibilidad múltiple de formatos en una misma secuencia, por otro lado reconoce que en muchas situaciones pueda ser necesario reducir considerablemente el peso, resolución y data rate de la media “de trabajo” para llevar a cabo la edición offline. El problema es que, si bien ha desarrollado herramientas para la transcodificación, aún no es del todo efectivo el sistema de reconformado online y no son claras la compatibilidad ni metodología a aplicar para la postproducción online a través del dynamic link. Pareciera que, focalizado en la posibilidad de edición directamente utilizando el material en su formato nativo, ha omitido una gran cantidad de funciones que hoy se presentan como desventajas a solucionar en un futuro cercano si pretende consolidarse como líder en el mercado profesional. En relación a la falta de desarrollo en el proceso de reconexión offline-online me refiero a detalles simples. Por ejemplo, la necesidad de una función que permita configurar y resolver fácilmente los reencuadres aplicados en offline cuando hay cambios de resoluciones entre un material y otro linkeado (AE lo resuelve con el sistema de proxies, DaVinci con preferencias de input sizing independientes a la metadata). Esto suele pasar en muchos programas, cuando por ejemplo escalan un proxy para encuadrarlo con el tamaño de una secuencia y luego ese empate se suma al escalado del reencuadre. Desde la empresa informan que actualmente se encuentran en desarrollo de mejoras respecto a esto. Igualmente, no queda claro si Premiere es o no un software para efectuar el online. Por momentos todo confirma que sí lo es, y por otros se justifica en que no. Funciones elementales como un crop para hacer un picture in picture no están optimizados en 32 bits, limitando así la calidad de la imagen a 8 bits, y destruyendo todo el potencial original de la misma. Son detalles que no se le pueden permitir a un online raw native software.
La comunicación entre Premiere y After Effects mediante dynamic link se produce a través de un programa sin interfaz (headless interface After Effects) que monitorea la acción entre ambos permitiendo la interacción pero limitándola a utilizarse en la misma unidad de trabajo (requiriendo un equipo de mayor calibre) y de manera no simultánea. No así el caso del direct link con Speedgrade que, en realidad, lo que hace es abrir el proyecto de Premiere dentro del corrector de color, pudiendo realizarse esta operación en otro equipo. Luego el editor deberá abrir el proyecto de Premiere modificado por Speedgrade. Para resolver la limitación del dynamic link, en contexto de trabajo colaborativo y en simultáneo sobre un mismo proyecto en distintas unidades de trabajo y entre equipos de trabajo, la herramienta propuesta es Adobe Anywhere. La misma permite administrar los archivos a través de las distintas unidades de trabajo de manera simultánea, tanto conectadas por network o streaming. Desgraciadamente, esta herramienta nunca la he utilizado y desconozco su efectividad, pero aparentemente resuelve la problemática. Considérese que estamos hablando de licencias anuales de alrededor de mil dólares por usuario para su implementación, además de la inversión en hardware necesaria.
Algo no menor a tener en cuenta es que todo el aparato de promoción omite la inversión necesaria en infraestructura requerida para procesar exitosamente un proyecto profesional actual (digamos 25 TB promedio). Convengamos que conectar una red de trabajo por Thunderbolt a un RAID de discos sólidos no es algo corriente en nuestro país, y todas las demostraciones oficiales se sostienen en la velocidad de acceso a unos pocos GB en un disco de estado sólido conectado por USB3, configuración que hoy en día es tan insuperable en términos de desempeño como inaccesible en términos de pretender establecerla como un estándar masivo de unidades orquesta de trabajo (que resuelven múltiples funciones).
Si bien el software ofrece la posibilidad de trabajar directamente con el material original de cámara (hardware mediante) ahorrando tiempo de trabajo, por alguna razón (desconozco si corresponde a convenios entre empresas o falta de desarrollo) Adobe Premiere no permite configurar preferencias de interpretación del material raw obligando a configurarlo archivo por archivo manualmente. Faltaría una suerte de Raw Metadata Manager o un Raw Import Settings. En el caso de RED, por extender un ejemplo, prioriza y automatiza la interpretación del seteo de cámara, negando la posibilidad de elegir el RMD que se haya confeccionado y administrado para cada toma posterior al registro del material, teniendo que realizarse nuevamente este proceso uno por uno, tanto modificando las preferencias de cada clip como mediante la aplicación de LUTs importados. Por poner otro ejemplo, el Cine Raw (Phantom Camera) no tiene una curva Lin to 709 para visualizar el material y su respectivo cambio en la matriz de color. En ese caso el material se presenta lineal e imposible de visualizar correctamente. Recordemos que Adobe compró a IRIDAS (Speedgrade), la empresa alemana que había revolucionado la decodificación de Cine Raw hasta el punto de superar a los ingenieros de los mismos fabricantes (Vision Research).
Edición
Una herramienta muy interesante y novedosa es la automatización del sincronismo de audio y video a través del análisis de forma de onda, una función especialmente práctica para la edición multicámara (está en desarrollo (4) un análisis combinado con imagen para corregir diferencias entre material de distinto origen de cadencia). Si bien le falta un deflatten de audio que recupere por separado el audio de cada elemento original en el envío a sonido, es bastante fácil de usar. Desgraciadamente, el uso de esta herramienta para la sincronización requiere identificar previa y manualmente el clip de video y el clip de sonido correspondiente. Para el reconocimiento por hardware hay que adquirir una licencia de PluralEyes y así poder sincronizar material de manera automatizada (5). Por otro lado, tampoco permite generar múltiples subclips de manera simultánea. Una vez sincronizados todos los clips, cada subclip debe hacerse uno por uno individualmente con un procedimiento combinado de teclado y mouse, lo que acarrea una considerable cantidad de tiempo humano.
Algo muy práctico para la edición con material en alta velocidad es la posibilidad de reinterpretar la base de tiempo, es decir la velocidad de reproducción de un archivo en el timeline evitando así la necesidad de aplicar efectos de speed change en cada uno de los clips. Hay que tener en cuenta que la herramienta de reinterpretación modifica el formato de timecode (sólo en metadata, no modifica el archivo original) por lo que la reconexión fuera de la suite mediante archivos de intercambio se vuelve imposible por fuera del dynamic link. Es un problema que se presenta a distinto nivel en varias de sus funciones. En líneas generales, el programa tiende a mejorar la integración consigo mismo y desatender la necesidad de comunicarse hacia afuera. Respecto a esto último, creo que es necesario experimentar seriamente sobre la compatibilidad de intercambio que tiene hacia otros softwares de postproducción online (DaVinci, Scratch, Lustre, Nucoda, Baselight, etc.) ya que, hoy en día, en Argentina (salvo en televisión), y mayormente por cuestiones económicas, la edición suele estar aislada del proceso completo de postproducción, lo que dificulta mucho el trabajo de inversión en infraestructura y desarrollo de IT interno de workflows optimizados.
Una función muy sencilla que, con la obsolescencia del Cinema Tools y el Final Cut Pro 7, se vuelve necesaria de reemplazar, y que espero con ansias sea implementada en la suite de Adobe, es la posibilidad de modificar el header de los archivos Quicktime para modificar la base de tiempo (análogamente a la función de conform que proveía el Cinema Tools) y resetear el timecode (análogo al Modify Timecode del FCP7) cuando sea necesario sin la necesidad de realizar un nuevo render cuando no se quiere alterar en nada el resto de los settings técnicos, otorgando la posibilidad de solventar errores o ahorrar tiempos de procesamiento. Por suerte, y desarrollo mediante, cuando se requiere recodificar la imagen sí pueden cambiarse esos settings a través del Source Interpret Settings de Adobe Encoder sin necesidad del Cinema Tools.
Por último, entre las novedades del programa, se encuentra la posibilidad de trackear máscaras de ajuste, una función inédita completamente práctica para resolver algunas situaciones sencillas como desenfocar un objeto en una nota periodística. La limitante está en que el tracking se implementa como un keyframe de Mask Path (en vez de uno independiente de posición), por lo que la corrección del track y/o de la forma de la máscara trackeada, para una rotoscopia, sea precisa o imprecisa, resulta imposible.
Conclusión
Podemos reconocer que Adobe ha superado en gran medida muchas de las falencias atribuidas al viejo FCP7 y otros softwares de edición no lineal. Encuentro en Premiere una plataforma sorprendentemente moderna y robusta, una suerte de autopista en construcción que asoma hacia el futuro. Es admirable la cantidad de aceleración de procesos que ha resuelto la reescritura del programa, si bien la mayoría refiere a la optimización de tiempo-máquina de procesamiento automatizado por render y no a funciones que optimicen el tiempo de trabajo humano. Es, en parte, una decepción ver tanto desarrollo en programación y encontrar tantos detalles descuidados, especialmente en la usabilidad profesional. Premiere aún está inconcluso en muchas funciones. Por el momento no sabría si efectiva y definitivamente elegirlo como el programa para realizar la migración profesional desde el agonizante estándar FCP7. Pero eso no significa que en un futuro cercano Premiere no pueda convertirse en la herramienta esencial y líder del mercado. El camino que ha elegido desarrollar la empresa es muy noble e interesante. De hecho ha abierto la posibilidad de solicitar la implementación de funciones por mayoría simple de peticiones en su página web.
Seguiré de cerca su desarrollo pues sigue siendo la empresa a la que más le confío éxito a futuro.
Notas
(1) Esta publicación ha sido escrita y actualizada considerando las herramientas disponibles en noviembre de 2014.
(2) Mientras tanto, esta herramienta gratuita puede ser útil: Zencaptions Add-On.
(3) Avid optó por el estándar de MXF (Material eXchange Format) como tecnología contenedora del núcleo central de su sistema. La estructura interna de un MXF se define como “Operational Pattern”. Exceptuando el material de Alexa, Avid espera que los archivos estén contenidos en OP-Atom, formato optimizado para la edición no lineal. OP-1A es una implementación específica para MPEG2. El único estándar que lo exige es XDCAM HD 50 y XDCAM HD 35. ARRI lo utiliza en ALEXA en su formato de grabación DNxHD. Panasonic, para grabar AVCHD, AVC, DVCPROHD y AVCHD Intra, utiliza una implementación de OP llamado Atom. Lo que hace (Atom) es colocar un EOF (End Of File) flotante cada dos segundos para que, si algo sucediera, cierre lo que se grabó hasta el momento sin necesidad de perder toda la toma.
(4) Adobe Max 2011 Auto Sync of Crowd Sourced Video.
(5) Un bug preexistente entre PluralEyes y XML de FCP7 a Premiere no permite el intercambio satisfactorio entre estos programas de proyectos que hayan sido sincronizadas mediante esta herramienta. Pero el PluralEyes 3.5 no presenta desventajas si se utiliza directamente con Premiere. La licencia cuesta US$199.